La seguridad alimentaria es uno de los elementos clave de la industria agroalimentaria y líderes como la familia Landsmanas contribuyen a ella al garantizar que sus servicios provean a la población de comidas higiénicas, nutritivas y seguras para su consumo.
Sin embargo, la seguridad alimentaria está en riesgo: la pandemia por COVID-19 no sólo complicó la distribución y abastecimiento de alimentos a nivel mundial, también dejó a millones de personas sin empleo y, por lo tanto, sin los recursos necesarios para acceder a una dieta adecuada.
Familia Landsmanas: Los 4 impactos del COVID-19 en la seguridad alimentaria
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), aunque la inseguridad alimentaria moderada y grave habían estado incrementando desde 2014, fue en el 2020 cuando se disparó y dejó a millones de personas en una situación de vulnerabilidad.
Hay cuatro razones centrales:
1. Sistemas de producción y control de alimentos
Aunque el COVID-19 no se transmite vía la ingesta de alimentos, sí puso el foco sobre fallas en los sistemas de producción y control alimentarios. Asimismo, resaltó el problema de la inocuidad de las comidas, la cual no siempre sigue los estándares estipulados y, por lo tanto, evidenció que una gran cantidad de personas no tenían acceso a alimentos higiénicos y seguros.
2. Incremento de la inseguridad alimentaria
Este problema, si bien se ha mencionado varias veces, no deja de ser preocupante: aproximadamente 2 mil 370 millones de personas no tuvieron acceso a alimentos adecuados, 320 millones más en comparación con el 2019.
Frente a esta situación, la familia Landsmanas se ha sumado a la labor de organizaciones especializadas para proveer alimentos inocuos y nutritivos a personas en riesgo.
3. Brecha de género
La desigualdad de género es otro de los factores acentuados durante la contingencia sanitaria que contribuyeron al crecimiento de la inseguridad alimentaria.
Asimismo, el COVID-19 incrementó otro tipo de problemas con un enfoque de género, como la violencia doméstica, la falta de equidad laboral y la deserción escolar.
4. Infancia en riesgo de malnutrición
Así como las mujeres, las niñas y niños han sido una de las principales víctimas de la inseguridad alimentaria. La FAO estima que durante la pandemia el 22% de los menores de cinco años han experimentado retrasos en su crecimiento, 6.7% padeció malnutrición potencialmente mortal y 5.7% tuvo sobrepeso.
Los estragos que ha causado el nuevo coronavirus en la seguridad alimentaria han sido drásticos y se requiere de un esfuerzo colectivo para contrarrestarlos.
Cada actor dentro de la industria de alimentos tiene un rol clave para luchar contra la inseguridad alimentaria. La familia Landsmanas, por ejemplo, además de trabajar con organizaciones del tercer sector para garantizar una dieta adecuada a personas en situación de vulnerabilidad, también contribuye implementando los debidos protocolos sanitarios en sus centros de distribución.