Como una de las principales empresas en almacenar y distribuir productos cárnicos, La Cosmopolitana y su equipo de trabajo garantizan no sólo alimentos inocuos y de alta calidad, sino que aporten los nutrientes indicados a los comensales.
Para ello, trabajan con un grupo de nutriólogos expertos quienes elaboran menús equilibrados para mantener una dieta adecuada que incluya carnes rojas y blancas, a menos de que reciban indicaciones especiales.
Sin embargo, recientemente se ha hablado de que las carnes blancas podrían ocasionar un colesterol alto. ¿Qué tan cierta es esta afirmación?
La Cosmopolitana: ¿La carne blanca es “mala” para el colesterol?
Las grasas saturadas las encontramos mayormente en alimentos de origen animal, como los productos cárnicos. Este tipo de grasas incrementan los niveles de colesterol LDL, también conocido como el “colesterol malo” que corre por el torrente sanguíneo.
Usualmente se asocia a la carne roja como la principal culpable de elevar las grasas saturadas; sin embargo, un estudio sugiere que optar por la carne blanca no hace mucha diferencia.
En un estudio publicado por el American Journal of Clinical Nutrition, participantes de entre 21 y 65 años siguieron una dieta que consistía en cuatro semanas de carne roja, cuatro semanas de carne blanca y cuatro semanas con una dieta a base de vegetales.
De acuerdo con los resultados reportados, el mejor impacto para el organismo lo tuvo la dieta de vegetales; no obstante, las carnes rojas y blancas obtuvieron resultados similares y ninguna fue más benéfica que otra para el organismo de las personas.
Esto nos permite observar que preferir el consumo de carne blanca no es un factor decisivo en la disminución del colesterol LDL, por lo que sólo evitar comer productos cárnicos rojos no es la opción más recomendable.
Una dieta adecuada, la mejor solución
Como los expertos nutriólogos que colaboran con La Cosmopolitana y otros especialistas suelen señalar, la mejor alternativa es llevar una dieta equilibrada que incluya porciones adecuadas de cada grupo alimenticio.
Esto implica una mayor ración de vegetales y consumir carne y otros productos de origen animal en menor medida, o bien, elegir cortes de carne magros, pero no excluirlos por completo de la alimentación, a menos que así lo indique el médico o nutriólogo de cabecera.